El presidente de Bielorrusia utiliza el problema energético que sufre el club comunitario para evitar nuevas sanciones
El presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, continúa en su escalada de amenazas a la Unión Europea. La última, cortar el tránsito de gas ruso hacia el club comunitario a través de su país cuando han comenzado a caer los primeros copos de nieve en el este de Europa. El mandatario, que dos días antes amenazó con involucrar en el conflicto migratorio a Rusia, “una potencia nuclear”, según recordó, ahora utiliza el problema energético que sufre Europa para exigir que ni Polonia ni el resto de los Veintisiete adopten nuevas medidas punitivas contra su régimen.
“Mientras mantenemos caliente a Europa, ellos amenazan con cerrar nuestra frontera. ¿Y qué pasa si cortamos su suministro de gas? Recomendaría a los líderes de Polonia, a los lituanos y a otros descerebrados que piensen antes de hablar”, dijo Lukashenko en una entrevista de la agencia estatal Belta.
“¿Qué pasa si cerramos el tránsito por Bielorrusia? No puede ir a través de Ucrania, pues la frontera rusa está cerrada allí. No hay rutas a través de los países bálticos. Si lo cortamos para los polacos y, por ejemplo, los alemanes, ¿qué pasará entonces?”, agregó el mandatario.
El club comunitario consumió 394.000 millones de metros cúbicos de gas en 2020, de los que un 43% fue importado de Rusia, según Eurostat. El gasoducto Yamal-Europa, que es el que pasa por Bielorrusia, tiene capacidad para transportar 33.000 millones de metros cúbicos anuales a la Unión Europea. Pero existen otras vías para que llegue el suministro del monopolio ruso Gazprom a la UE, entre ellas el gasoducto South Stream, a través del mar Negro; el Turkstream, por Turquía; y el Nord Stream, a través del Báltico y que consta de dos tuberías, uno operativo con 55.000 millones de metros cúbicos anuales y otro, el Nord Stream 2, pendiente de certificar en plena polémica por la decisión alemana de evitar con ello el paso por Ucrania.
El choque diplomático entre Bielorrusia y Polonia preocupa tanto a Moscú como a Berlín. El presidente ruso y la canciller alemana en funciones, Angela Merkel, hablaron por teléfono por segundo día consecutivo sobre este asunto. Según un comunicado del Kremlin, ambos “reafirmaron la importancia de una solución rápida a esta aguda crisis migratoria en consonancia con la legislación humanitaria internacional”. Un día antes, el mandatario ruso había respondido a la petición germana de mediación con Minsk asegurando que se trataba de un problema bilateral. En esta ocasión, Merkel ha acusado a Bielorrusia de usar a “gente indefensa” en su “ataque híbrido” contra la UE, según informa la agencia Reuters. A su vez, Putin ha denunciado en la conversación el uso “contundente” de drones contra los separatistas de Donbás por el Ejército ucraniano y la “presencia provocadora” de navíos estadounidenses en el Mar Negro, que, según la versión de Washington, solo realizan ejercicios rutinarios con sus aliados.
La crisis energética que ha disparado la factura de la luz de hogares y fábricas europeas es otro capítulo de la confrontación con Rusia. Bruselas acusa a Moscú de utilizar el precio de este recurso como “un arma geoestratégica”. El último ejemplo, las negociaciones con Moldavia, cuyo contrato anterior con Gazprom expiró en septiembre. El Gobierno moldavo, que pagaba 200 dólares por 1.000 metros cúbicos de gas, pagará 450 dólares tras llegar a un acuerdo después de unas semanas de arduas negociaciones. En aquel lapso de tiempo, Rusia subió el precio del gas para aquella república a 790 dólares.
Uno de los participantes de aquella negociación fue Willem Coppoolse, consultor del sector del gas que trabaja desde hace tres décadas para importantes gasistas francesas y ucranias. “Seguro que tendría un impacto en el precio del gas, pero Lukashenko no lo hará, Gazprom es la propietaria del gasoducto bielorruso”, afirma el experto. “Es solo un juego. Lukashenko dice tonterías y los rusos se ríen porque funciona para alarmar a los ingenuos europeos, es humor soviético”, agrega.
Georg Zachmann, investigador del think tank Bruegel, también opina que esto no se cerrará ese grifo porque, de lo contrario, la Unión Europea buscará seriamente una alternativa a largo plazo al gas ruso. “La suspensión del flujo de gas a través de Bielorrusia estaría sujeta al consentimiento tácito de Rusia, sería un pretexto poco sutil para reducir el suministro a la UE”, afirma Zachmann, quien asegura que incluso en el peor de los casos “habría suficiente gas para todos los consumidores domésticos y la mayoría de los finales, aunque los precios serían muy altos para desalentar la demanda industrial más prescindible”. No obstante, esto sería un arma de doble filo para Rusia: “Los efectos a largo plazo de un ejercicio tan obvio de dominio del mercado por Gazprom hacen que sea poco probable que esto suceda”.
Aparte del frente energético, Lukashenko también amenaza a Europa por la vía militar. Además de acusar a Polonia de amasar un ejército “de 15.000 soldados y tanques” en la frontera, también ha afirmado que ha habido “intentos de suministrar armas, municiones y explosivos a la gente de los campamentos”.
La actitud del Gobierno bielorruso ha desatado una grave crisis al traer inmigrantes de Oriente Próximo para abandonarlos posteriormente en tierra de nadie entre su frontera y las de Polonia, Letonia y Lituania. “Tenemos que prevenir que obtengan armas”, añadió Lukashenko. “Hay kurdos allí, y los kurdos son combatientes. Y cuando (los occidentales) les golpean, la gente está desesperada. Cualquier arma, pistola o provocación puede provocar un conflicto militar”, sostuvo el mandatario bielorruso, quien presumió también de que los bombarderos estratégicos rusos Tu-22M3 patrullan la zona: “Rusos y bielorrusos, debemos controlar esta situación juntos”.
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