El filme de 1951, protagonizado por Emilio Tuero y Rita Macedo, expuso amoríos y ambiciones femeninas. No se convirtió en emblema de la cinematografía nacional, pero sí es un buen ejemplo de las historias que entretenían a los mexicanos a mediados del siglo XX. Texto: Liza Luna
La cinta Salón de Belleza, polémica, moralina y, aun así, bastante entretenida, se estrenó en noviembre de 1951. Bajo la dirección de José Díaz Morales, la película de Argel Films evidenció a los recintos de embellecimiento como “un lugar familiar para todas las mujeres del mundo”, llenos de intimidades y secretos.
Su producción no innovó en cuestiones técnicas o narrativas, pero sí expuso temas controversiales como el adulterio, falsedad en el mundo del espectáculo y hasta asesinatos por infidelidad.
Amoríos y engaños, trama de Salón de Belleza
La historia de Salón de Belleza se centró en Román Alcocer –interpretado por Emilio Tuero, “El Barítono de Argel”–, un carismático y humilde agente de tránsito quien rechaza la oportunidad de ser estrella de cine.
El conflicto ocurre cuando Socorro –actuada por Elda Peralta–, novia de Román y trabajadora de la estética Merle, decide engañarlo con un millonario con el único objetivo de conseguir lujos.
El elenco también contó con Rita Macedo en el papel de Katy, otra empleada del establecimiento de belleza y secretamente enamorada de Román; Liliana Durán, quien actuó como Elisa Manci, una famosa actriz de cine; y José Luis Aguirre “Trotsky”, desahogo cómico de la cinta.
Salón de Belleza expuso más conflictos secundarios de infidelidad. El más relevante ocurrió cuando una resignada mujer acepta separarse de su adúltero marido para que él continúe su aventura con otra de las clientas de la estética.
La polémica cinta no se fue con medias tintas y representó, según su sesgo moral, el lado más sufrido o el más descarado de las mujeres mexicanas. Mientras una de las esposas sobrevivía al rechazo de su pareja, otra se reía cuando descubrían sus infidelidades, así de extremo.
José Díaz Morales estuvo a cargo de la dirección de Salón de Belleza y fue coguionista, a lado de Carlos Sampelayo; el argumento original fue trabajo de José G. Cruz y Fernando A. Rivero.
La filmación comenzó a mediados de 1951, con locaciones de la Ciudad de México. Uno de sus escenarios más importantes fue el cruce de las vialidades Nicolás San Juan y Diagonal San Antonio, en la colonia Del Valle. En tal intersección se encontraba una sucursal de Zapaterías A.B.C., espacio donde se ambientó la estética Merle.
Aunque la controversia de su trama pudo atraer a las audiencias y ganarle un espacio en la memoria mexicana, Salón de Belleza no es una cinta que se recuerde con facilidad dentro del legado cinematográfico nacional.
“Buena película que pudo ser mejor”
El 16 de diciembre de 1951, EL UNIVERSAL publicó el artículo ¿Será una pareja fiel? de Marjorie Holmes, escritora de contenido cristiano, donde se abordó el adulterio. “Creo que llegará el día en que los psiquiatras clasifiquen la infidelidad como enfermedad”, apuntó la autora estadounidense.
Los engaños amorosos eran un gran tópico de debate a mediados del siglo XX. Casos de divorcio, demandas y hasta agresiones entre amantes aparecieron en los medios e inspiraron tramas cinematográficas, pero eso no les aseguró éxito en taquilla.
Argel Films tuvo problemas para lanzar Salón de Belleza por conflictos no especificados con el Cine Ópera y apenas unos días antes de la presentación, se decidió trasladar la cinta al Cine Orfeón. Su estreno ocurrió el 16 de noviembre de 1951.
“Condición”, primera interpretación musical de Tuero en “Salón de Belleza”, creada por Gabriel Luna de la Fuente y Gabriel Ruíz. Artistas como Antonio Aguilar, Los tres diamantes o Marco Antonio Muñiz también hicieron su versión de este bolero. Fuente: YouTube.
Para desgracia de la casa productora, el filme de Díaz Morales sólo se proyectó una semana en el complejo de la colonia Centro. El Cine Nacional retomó su exhibición hasta el 27 de febrero de 1952, pero sin números alentadores; por esas fechas, Del odio al amor –remake de Enamorada– y Nosotras las sirvientas, con Alma Rosa Aguirre y Domingo Soler, dominaban la cartelera.
Días después de su estreno original, EL UNIVERSAL publicó una postura honesta sobre la cinta. “Salón de Belleza puede considerarse como una buena película que pudo haber sido mucho mejor, si el director hubiese aprovechado algunas situaciones y manejado a sus artistas para sacarle sentido a sus personajes”, se leyó en este diario el 23 de noviembre de 1951.
Se criticó con severidad una de las escenas más complejas de la película, cuando un esposo se entera de la infidelidad de su mujer y la asesina. Al ser el momento más trágico y sorprendente del metraje, la actuación de los intérpretes dejó mucho qué desear, según consideró esta casa editorial.
Bolero “No lo creas”, canción que formó parte de “Salón de Belleza”, interpretada por Emilio Tuero y compuesta por José Antonio Zorrilla “Monís” y Gabriel Ruíz. Fuente: YouTube.
En el artículo también se acusó a Salón de Belleza de abusar de lo “cursi”, sobre todo en las interacciones entre Román y Socorro, pues se exageró en la humillación que sufría el agente de tránsito a manos de la ambiciosa mujer.
A pesar de tales fallos narrativos, EL UNIVERSAL reconoció que los recintos de embellecimiento capitalinos sí dotaban de chismes e inmoralidades como las vistas en la cinta. De acuerdo con el artículo, las clientas y trabajadoras de cualquier salón de belleza, “con sus comentarios y pláticas, enteran a medio mundo de sus intimidades”.
Este diario analizó la labor de Díaz Morales en el banquillo de director y se consideró que “ya le salen las películas que dirige”. El realizador español tuvo como ópera prima Jesús de Nazareth, primera cinta nacional en abordar la vida de Jesucristo, aunque sus trabajos nunca destacaron por calidad.
A quien le fue bastante bien fue a Emilio Tuero, protagonista y galán de la época. Esta casa editorial considero que su canto mejoró en Salón de Belleza y que, si continuaba así, tendría mucho éxito en el campo musical.
EL UNIVERSAL concluyó que las producciones cinematográficas del momento dejaron mal paradas a varias talentosas intérpretes, pues “[aparecen] como mujeres frívolas, ligeras de casco y con humo en la cabeza”. El filme de 1951 tuvo perspectivas morales que satisfacer, pero su ejecución dejó mucho a deber a sus espectadores.
Meses antes, este diario presentó la breve opinión de un lector, quien condenó los contenidos de entretenimiento que sólo “exaltan el adulterio, la infidelidad, las bajas pasiones y las lacras del bajo mundo mexicano”. Eran temas relevantes para la sociedad, pero pocas veces se hicieron con calidad.
Salón de Belleza puede encontrarse en internet y aunque su mensaje no sobrevivió al paso del tiempo, sobre todo por su latente perspectiva machista y moralina, todavía se aprecia como una entretenida cinta que atrapa con su encanto morboso y voyerista.
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