En este fragmento de la portada del mes de septiembre de Expansión, Pat Gelsinger habla de las oportunidades de México en el mercado de la tecnología.
En febrero de este año se comenzó a aplicar la ley CHIPS en Estados Unidos, una iniciativa del gobierno de ese país y sus empresas de tecnología más importantes para volver a tener un sitio preponderante en la industria de los semiconductores ante las potencias de Asia. En este proceso, México no se puede quedar fuera, afirma el CEO de Intel, Pat Gelsinger.
El actual interés que México ha suscitado en las empresas extranjeras no es accidental. El contexto geopolítico entre China y Estados Unidos ha provocado que las compañías volteen a ver en el país un destino viable en sus estrategias de fabricación para ubicarlo en un momento “inmejorable”, describe Gelsinger.
Para el ejecutivo, México es uno de los países más importantes en la meta de balancear y hacer más resilientes las cadenas de suministro. En el caso de Intel es un destino fundamental para realizar otros procesos primordiales alrededor de sus chips, como los que se realizan en el Guadalajara Design Center (GDC).
El GDC es uno de los centros tecnológicos más relevantes para la empresa, pues ahí se lleva a cabo la investigación, diseño y pruebas de los chips. En ese lugar, más de 1,800 personas se dedican a la validación de código y diseño electrónico de los procesadores del futuro.
“México, al estar tan cerca de los Estados Unidos, es un lugar estupendo”, comenta. “Ahora estamos muy contentos de ver cómo surgen esas negociaciones. Muchos de nuestros clientes nos están llamando para pedir recomendaciones de cuáles son los mejores estados para invertir o ayudar a facilitar dichas conversaciones”.
Las iniciativas en torno al nearshoring son una muestra de que el gobierno mexicano está comprendiendo la importancia de producir tecnología. “Este es un tren que quizá no vuelva a pasar”, afirma y da pie a su siguiente premisa: “Es el momento de ser agresivos en la búsqueda de esas oportunidades”.
La firmeza de su sentencia se debe a que cree fervientemente en los efectos positivos que pueden tener inversiones multimillonarias como las que han hecho, pues detalla que al construir una fábrica, esta suele crecer y necesitar de centros de investigación y desarrollo para complementar sus procesos, lo cual establece una cadena de refuerzo al ciclo de innovación económica.
Los consejos de Gelsinger para el próximo presidente de México
—¿Qué recomendación daría al próximo presidente o presidenta de México en el ámbito tecnológico?
—Lo mismo que al presidente Joe Biden cuando asumí como CEO de Intel en relación a la Ley Chips: haga los esfuerzos necesarios para atraer estas inversiones. Asegúrese de que dispone de la infraestructura necesaria, el agua, la electricidad. Asegúrese de que construye los flujos de talento necesarios para atender esta etapa, pues se requiere seguir reforzando las universidades en los campos STEM.
“Asegúrese de que tiene la base fiscal para incentivar las inversiones también. Porque otra de las cosas que formaba parte de la Ley Chips era el crédito fiscal a la inversión. México debería fijarse en lo que hizo Estados Unidos y crear su versión de este buen modelo”.
Los consejos de Gelsinger aunque claros, representan retos importantes para un país. La fabricación de semiconductores exige demasiado en términos de recursos naturales. Por ejemplo, en 2021 Samsung usó alrededor de 38,000 millones de galones de agua para fabricar sus chips y por ello las inversiones en Estados Unidos se han hecho en lugares donde hay lagos cerca.
En Texas, los legisladores locales en un movimiento para incentivar la inversión de TSMC y Samsung compraron derechos de agua en el lago Texoma, ubicado en la frontera entre Texas y Oklahoma, uno de los embalses más grandes del país, pero que también es testigo de la sequía que hay en una cuarta parte del estado sureño de Estados Unidos.
Respecto a los incentivos fiscales, el ejecutivo resalta que son importantes para motivar la inyección de capital, ya que uno de sus efectos colaterales sería atraer más inversiones tanto de Intel como de otras empresas alrededor de la actividad que ya tienen en México.
Esta situación ya ha ocurrido con Tesla, pues tras el anuncio de construcción de una gigafábrica en México, 16 empresas que forman parte de su cadena de suministro ya están considerando invertir cerca de 500 millones de dólares en el país, algo que podría generar 5,000 empleos nuevos.
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