25 noviembre, 2024

Las escuelas privadas en México, el próximo gran negocio de los fondos de inversión

Expertos alertan de una “crisis sexenal” en materia educativa que se traducirá en un auge de colegios particulares. Algunas empresas están ya apostando a que sea una tendencia

La polémica de los cambios en el modelo educativo de México bajo la Administración de Andrés Manuel López Obrador ha llevado a muchos padres de familia a buscar alternativas privadas de costos accesibles. Esto, en combinación con lo poco que gasta el Gobierno en educación, tiene a empresas y fondos de inversión entusiasmados por lo que ven como un mercado en crecimiento en el país: la clase media y media-baja que gastará cada año más en la educación privada de sus hijos.

Más allá de los polémicos contenidos de los nuevos libros de texto del Gobierno, es la falta de organización y tiempo para capacitar a docentes lo que tiene a padres de familia “defraudados”, aseguran especialistas. Pero la mala calidad de la educación en México precede a la actual Administración y el país, la segunda economía de América Latina, gasta solo el equivalente al 4,3% de su Producto Interno Bruto (PIB) en educación. Es de los países que menos gasta en el rubro, comparado con Costa Rica, por ejemplo, que gasta el 6,7% y Chile el 5,6% según datos del Banco Mundial.

“Creemos que con el tiempo, a medida que crezca la clase media mexicana y haya mayores niveles de ingresos disponibles, las familias van a querer invertir en educación”, dice Tom Baldwin, director gerente en Discovery Americas, un fondo de capital privado que invierte en distintos sectores. Discovery creó Merited, una marca bajo la cual adquiere escuelas privadas en México. “Dados algunos de los problemas bien conocidos en el mercado de la educación pública en México, esta es una de las áreas donde las familias, naturalmente, quieren invertir más”, agregó.

Discovery ha adquirido cuatro escuelas en México y va por cuatro más en el próximo año, pero no es la única. Otros fondos extranjeros como GEMS Education, International Schools Partnership y Cognitas también están invirtiendo en estrategias similares en las que adquieren o se alían con escuelas privadas de tamaño medio, por lo general negocios familiares, las homologan y renuevan para después ofrecerlas al mercado bajo una sola marca. En México, padres de familia en las ciudades más pobladas de estados como Ciudad de México, Jalisco y Nuevo León, pagan, en promedio, unos 6.500 pesos al mes en escuelas privadas. En el resto de la República, el promedio mensual es de 4.000 pesos.

“Lo que han observado es que la educación privada, particularmente en países emergentes, está muy fragmentada de manera que tienes miles y miles de escuelas privadas individuales” que se pueden profesionalizar, opina Baldwin. La población estudiantil total en México (primaria, secundaria y bachillerato) es de 25 millones de alumnos, asegura, de los cuales solo 2,5 millones estudian actualmente en escuelas privadas. “Esa tasa de penetración es muy baja en relación con lo que se ve incluso en otros mercados latinoamericanos. Por ejemplo en Perú ese porcentaje es 23%, en Argentina es el 31%”, explica.

El segmento meta de este tipo de oferta es la clase media y media-baja, la más susceptible a migrar del sistema público al privado, asegura Antonio Villalpando, sociólogo investigador de la organización civil sin fines de lucro Mexicanos Primero. Durante la pandemia hubo una pérdida de la matrícula nacional en el régimen privado, que fue el sector más sensible. En preescolar se cerraron uno de cada tres centros de estudio y en las primarias la caída fue del 11%, según datos de la organización.

“Esta es una crisis sexenal”, opina, “ahora, se va a incrementar la demanda de manera sostenida por educación privada para clase media, incluso clase media-baja”, opina Villalpando, “la idea está bastante extendida de que la educación pública se está volviendo no solamente comunista, que muchas personas realmente no entienden qué es eso, sino como si se estuviese volviendo antirreligiosa”.

La llamada Nueva Escuela Mexicana precede a la actual Administración y, en términos simples, es una combinación de ideas consideradas de izquierda. “No es estrictamente comunismo” como se ha criticado, asegura el académico. “Es más bien pedagogía marxista. ¿Y qué significa esto? Es una pedagogía que enfatiza el valor de la colaboración o de la cooperación o la comunidad sobre el individuo”. Llamadas y mensajes a la Secretaría de Educación Pública por parte de EL PAÍS no fueron respondidos.

“Esa es razón suficiente para que la gente no quiera llevar a sus hijas e hijos a la escuela pública. Este factor por sí mismo no sería suficiente para generar una tendencia, pero estamos ante la tormenta perfecta de un nuevo modelo curricular educativo, un cambio de sexenio y el efecto de la post pandemia. Esos tres factores tienen el poder de generar una tendencia”, aseguró.

La educadora y presidenta de la Confederación Nacional de Escuelas Particulares (CNEP), Ana Luisa Domínguez, cuenta que desde que se anunció el cambio de paradigma en el sistema público, no ha parado de recibir llamadas de sus colegios miembros. La CNEP está conformada por 57 federaciones que suman unos 3.000 colegios que comparten un “espíritu humanista”. Tanto públicas como privadas, las escuelas recibirán los nuevos libros de texto en este mes, poco tiempo antes del inicio de clases el 28 de agosto.

“Nos preocupa que no se sienten capacitados para llevar el programa analítico”, dice Domínguez. “La gran mayoría de los colegios de la Confederación son escuelas de método tradicional. Lo que está proponiendo la Nueva Escuela Mexicana es una especie como de constructivismo, si lo queremos ver desde la parte positiva de la propuesta, independientemente de que está politizado y que tiene sus tendencias comunistas. El susto de los directores ahora es ¿y ahora cómo hacemos esto? ¿Cómo llevamos a cabo los proyectos o cómo se vive este tema de los proyectos en el colegio?”, asegura. Domínguez dice que los padres de familia de escuelas públicas se sienten “defraudados” por los cambios y la mala calidad.

Villalpando coincide. “Esencialmente, es una muy mala implementación de la Nueva Escuela Mexicana. Podría haberse implementado, pero en el orden correcto.