El hallazgo fue notificado por el proyecto Cenotes Urbanos en Playa del Carmen, dentro de una cueva en el área verde de un predio privado religioso
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México dio a conocer que especialistas en el Centro INAH de Quintana Roo recientemente recuperaron una vasija maya tipo chocolatera en el interior de una cueva ubicada en una de las zonas urbanas de Playa del Carmen.
Los arqueólogos José Antonio Reyes Solís y Enrique Terrones González habrían presentado un informe al instituto a través del encargo del proyecto Cenotes Urbanos en Playa del Carmen.
En el permiso se acordó visitar la cueva situada en un terreno propiedad de una sociedad religiosa. Dentro de la Cueva de la Cruz se halló este tesoro arqueológico: la vasija maya tipo chocolatera con una altura de 13 cm, la cual se fechó hacia el periodo Preclásico Tardío, es decir entre los años 300 a.C al 250 d.C.
Las condiciones de la cueva indicaron que existe un espejo de agua que tiende a llenarse en temporada de lluvias. La vasija fue hallada completa y con su boca orientada al norte.
Se deduce que su posición no era la original debido a los movimientos causados por el nivel en el cuerpo de agua o por la acción de la fauna.
Al momento de retirarla de su lugar, se revisó el área a su alrededor buscando localizar algún tipo de elemento asociado, sin embargo el espacio en el que se encontraba fue inundado por agua que se filtró desde el suelo, impidiendo más revisiones.
Después de realizar el registro fotográfico y reunir la información de la pieza, fue necesario retirarla por medio de un proceso muy meticuloso.
Para poder sacarla tuvieron que formar una cadena humana para así extraerla sin dañar la antigua pieza. El lugar en el que se ubicaba era una pequeña covacha que permitía únicamente el paso de una persona, por lo que fue un proceso laborioso y cuidadoso.
Una vez fuera la pieza fue trasladada a la bodega de colecciones del Museo Maya de Cancún, en donde los arqueólogos definieron que mide 13 cm de altura, 16 cm de diámetro en su cuerpo y 17 cm de diámetro en su boca.
“Presenta una coloración rojiza en su exterior y un engobe negro por el interior, el cual se encuentra parcialmente cubierto por carbonatos de calcio, algo característico de los materiales recuperados en cuevas. Asimismo, observamos que su decorado parece brindar una imagen fitomorfa, similar a una calabaza”, explicó el arqueólogo Antonio Reyes en el boletín del INAH.
Desde una perspectiva antropológica, ese tipo de piezas permiten conocer identidades y territorialidades, de saberes alfareros generacionales, usos cotidianos, prácticas rituales, mitos y la evolución cultural.
“Por tanto, recuperar en su contexto cualquier bien patrimonial, desde un tepalcate hasta una vasija completa, es de gran importancia para el INAH”, concluyó su participación el antropólogo Molina en el boletín emitido por el INAH.
Según el dictamen del instituto, es prioritario volver a la cueva para poder considerar una exploración sistemática con el fin de verificar la presencia posible de más materiales arqueológicos.
Por lo tanto el proyecto Cenotes Urbanos en Playa del Carmen en coordinación con la asociación religiosa ubicada en el lugar, reforzarán las operaciones y la concientización del personal del predio, tratando de evitar el acceso general no autorizado a las formación geológica del lugar.
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