Sheinbaum, una científica de 61 año s, y Gálvez, una ingeniera de 60, representan dos modelos distintos de gobernar México, pero ambas han insistido en que el país está preparado para ser dirigido por una mujer. Sin embargo, no será un camino fácil.
México camina hacia una presidencia con una mujer al frente.
La decisión del partido gobernante Morena, anunciada el miércoles por la noche, de apostar por la exalcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, como reemplazo de Andrés Manuel López Obrador culmina una semana política clave que encumbró también a la senadora Xóchitl Gálvez como candidata de la alianza opositora.
Sheinbaum, una científica de 61 año s, y Gálvez, una ingeniera de 60, representan dos modelos distintos de gobernar México, pero ambas han insistido en que el país está preparado para ser dirigido por una mujer. Sin embargo, no será un camino fácil.
Gloria Alcocer Olmos, directora de la revista especializada en temas electorales “Voz y voto”, ofreció una explicación: México es un país con un fuerte “voto machista”, que no es exclusivo de los hombres.
Y puso dos ejemplos basados en datos. En las últimas elecciones del Estado de México, la región más poblada del país y que votó el pasado mes de junio, también se enfrentaron dos mujeres —por Morena y por la coalición opositora— “y la participación fue la más baja de la historia”.
En 2021, en el estado de Aguascalientes pasó exactamente lo mismo, agregó. Dos mujeres y la menor participación.
“¿Qué nos dice eso?”, se preguntó. “¿La ciudadanía está votando por las mujeres? La realidad es que no y lo más triste de ese caso es que las propias mujeres no están votando por las mujeres”.
Confió en que en 2024 no se siga el mismo patrón de abstencionismo porque hay mucho en juego: no solo la presidencia sino 9 gobernaturas.
La apuesta de Morena, ya con Sheinbaum a la cabeza, es la gran favorita en parte porque la popularidad de López Obrador sigue alta —sobre todo por el apoyo de las clases más pobres que han sido las mayores beneficiadas de sus programas sociales— y el oficialismo no ha dejado de ganar espacios desde 2018. Ahora controla el Congreso y 22 de los 32 estados.
De momento no hay hombres designados para la contienda, pero puede haberlos. El opositor Movimiento Ciudadano —que gobierna dos estados de gran peso económico como Jalisco y Nuevo León— todavía no tiene claro qué hacer, si apoyar a Gálvez, como piden algunos de sus miembros, o buscar a alguien más. Alcocer Olmos sugirió que su apuesta puede ser presentar a un hombre “y que ese voto machista haga contrapeso en ese candidato”.
Tampoco está claro qué papel jugará el excanciller Marcelo Ebrard, unos de los cinco hombres que intentaron sin éxito arrebatar la candidatura de Sheinbaum y el único que rompió el mismo miércoles la unidad oficialista al denunciar irregularidades en el proceso interno.
Aurora Pedroche, militante de un sector de Morena crítico con la actual dirigencia y que apoya abiertamente a la exalcaldesa, planteó otro reto de una eventual futura presidenta. Dado el creciente poder que han asumido los militares en México en esta administración dudó de “cómo van a aceptar tener a una mujer como comandante en jefe”. “Eso me da miedo”, dijo.
La violencia de género en México, que es casi cotidiana, también sirve de termómetro. Fue el país en América Latina que hizo tristemente famoso el concepto de “feminicidio” a finales del siglo pasado debido a los frecuentes asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez. De acuerdo con ONU Mujeres, casi una de cada tres ha sufrido abusos a lo largo de su vida.
Sin embargo, las mujeres han ido alcanzando mayores espacios en los últimos años, sobre todo en esta administración, en parte gracias al sistema de cuotas establecido en las leyes mexicanas, aunque en ocasiones esa paridad ha sido más formal que real para cubrir las apariencias.
Por eso, Alcocer Olmos enfatizó la importancia de que “no hay que votar a una mujer porque sea lo políticamente correcto sino (votar) por los proyectos”.
En este terreno, Sheinbaum representa el continuismo de López Obrador —pero sin su carisma— frente a una candidata opositora que ha roto moldes con una forma cercana de expresarse que recuerda más a la del mandatario que a la de los partidos opositores a los que representa. Gálvez corre por la presidencia auspiciada por el antaño hegemónico Revolucionario Institucional (PRI), el conservador Acción Nacional (PAN) y el históricamente izquierdista PRD, unidos solo por la aspiración de derrotar a Morena.
La campaña por delante se presenta interesante y atípica. Gálvez ya lanzó su primer mitín como candidata el domingo. Sheinbaum afirmó la carrera comenzaba este mismo jueves.
El estratega político Antonio Sola, que trabajó en la campaña de 2006 de Felipe Calderón y luego con uno de los partidos de la coalición que llevó al poder a López Obrador, considera que el carácter de “outsider” de Gálvez puede ayudarla aunque parta en desventaja. Su razón es que el mundo está viviendo un fin de ciclo político y el inicio de otro donde se están encumbrando este tipo de personajes que, de forma más o menos radical, según los países, “están pateando el sistema”
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