Las redes sociales permitieron que la comunidad estudiantil se mantuviera conectada durante la pandemia pero esta actividad puede convertirse en ciberacoso, ¿cuáles son los riesgos del ciberchisme?
La revista Times publicó un artículo sobre cómo el año 2022 se convirtió en el año del chisme. Sin duda, no faltó drama el año pasado con situaciones como el juicio de Johnny Depp en contra de su ex esposa Amber Heard y el engaño de Piqué a Shakira.
El hecho de no conocer a las celebridades no significa que alguien no se pueda sentir relacionado con ellas, esto se le conoce como «relaciones parasociales», donde alguien se siente cercano a un cantante, atleta, actor o cualquier famoso del que ha ido siguiendo su trayectoria. Así que muchas personas prefieren hablar de ellos ya que es una manera segura de interactuar con otros sin sentirse incómodo al compartir información de su círculo social.
En la publicación dicen que el año pasado la gente estaba especialmente «sedienta» por chisme y drama después del encierro por la pandemia. Situaciones y eventos como bailes de graduación, fiestas, bodas, y demás eventos sociales se volvieron remotas,, así que ver la vida de las celebridades fue una manera de satisfacer esa sed. Pero, ¿por qué la gente añora el chisme? Porque las personas son animales sociales que necesitan saber qué sucede en sus entornos sociales.
En inglés, la palabra gossip proviene de god-sibb que, según Wikipedia, significa padrino en inglés antiguo. «A principios del siglo XIX, el término se amplió del hablante a la conversación de tales personas. El verbo chismear, que significa ‘ser un chismoso’, aparece por primera vez en Shakespeare», explica el portal.
Según el estudio publicado en la revista Social Psychological and Personality Science titulado Who Gossips and How in Everyday Life?, una persona pasa 52 minutos en un día de 16 horas platicando casualmente con otros, en otras palabras, chismeando. Aún así, parte de la plática no se trata de hablar mal de otros, más bien compartir información de personas cercanas, en particular hay muchos chismes centrados en celebridades.
Chismear es hablar de una persona que no está presente. No se trata de difundir rumores maliciosos o historias vergonzosas, sólo compartir información. El estudio mencionó que de los 52 minutos que se pasan los participantes chismeando todos los días es más común compartir detalles inofensivos de la vida cotidiana.
Además, chismear puede tener efectos positivos en la comunidad ya que ayuda a conectar a sus miembros y hacerlos sentir que están en la misma página. Es una manera de compartir experiencias y preocupaciones. Chismear fomenta lazos más estrechos entre dos personas cuando comparten sentimientos sobre una tercera persona.
Mark Leary, profesor emérito de psicología y neurociencia en la Universidad de Duke, le dijo a la revista Health que «chismear es un instinto humano fundamental porque nuestras vidas están profundamente arraigadas en grupos».
Sin embargo, sí hay casos donde se habla mal de una persona, especialmente cuando la gente se sale de las normas culturales. Esto en gran parte sirve para mantener a las personas bajo control, moralmente hablando. También para advertir a la comunidad o círculo social del comportamiento de alguien más y de las consecuencias si alguien más se comporta de esa manera.
En el estudio mencionado anteriormente, Who Gossips and How in Everyday Life?, los participantes usaron un dispositivo que muestra lo que la gente dice a lo largo del día, lo que permitió a los investigadores descubrir que las personas más jóvenes se involucran en chismes más negativos que los adultos. Además, la mayoría de los chismes que se hablaron por los sujetos fueron negativos, y más sobre personas que conocen que de celebridades.
Una publicación del 2019 titulada Self-Evaluative and Other-Directed Emotional and Behavioral Responses to Gossip About the Self investigó sobre el chisme y su relación con el desempeño. Los autores plantean que este tiene «fuertes consecuencias emocionales para sus objetivos y que estas respuestas emocionales desencadenan diferentes comportamientos».
Según el estudio, cuando alguien escucha algo bueno de ellos, surgen emociones positivas como el orgullo y la simpatía. Escuchar algo negativo resulta en sentirse culpable y buscar cambiar o en ira, especialmente para aquellos que se preocupan mucho sobre su reputación. Esto demostró que “los chismes tienen consecuencias emocionales autoevaluativas y dirigidas a otros, que predicen cómo las personas pretenden reaccionar conductualmente después de escuchar chismes sobre sí mismos”.
En otra investigación publicada en mayo de 2019 en la revista Frontiers in Psychology, los investigadores identificaron seis motivos distintos para chismear, incluida la recopilación y validación de información, la construcción de relaciones, la protección personal, el disfrute social y la influencia negativa. Esta última era en realidad la motivación más débil que llevó a las personas a chismear. Recopilar y validar información sobre la persona de la que se chismea era lo más fuerte.
Chismes, ciberchismes y ciberacoso
El ciberchisme es el equivalente del chisme en el mundo virtual y puede tomar la forma de mensajes escritos, textos, imágenes y videos. Además, tiene el potencial de llegar a una amplia audiencia en cualquier momento y de manera instantánea.
Una investigación publicada en la revista científica describe al ciberchisme o el cibercotilleo como “un tipo de ciberconducta que implica la emisión dentro de un grupo de dos o más personas de comentarios evaluativos (positivos, negativos o neutros) sobre terceras personas que no están presentes.”
Lo peligroso es que, a diferencia de contar algo de manera presencial, el emisor del ciberchisme puede no dejar claro su mensaje y provocar muchos malentendidos lo que puede dar lugar a conductas de ciberagresión y cibervictimización y por tanto al ciberacoso. Numerosos estudios identifican al ciberchisme como una forma indirecta de agresión grupal ya que hay casos cuyo objetivo es manipular la reputación de otra persona o lograr su exclusión del grupo.
Los jóvenes ciberagresores emiten conductas que dañan psicológica y moralmente a sus compañeros por medio de las redes sociales. A diferencia del bullying cara a cara, en las plataformas digitales, las personas tienen la oportunidad de ser anónimos. Aunado a esto, permite acciones como publicar fotos comprometedoras, robar la identidad, amenazar con compartir información privada y demás actitudes agresivas.
Debido al COVID-19, los jóvenes tuvieron acceso al uso excesivo del ciberespacio, lo que aumentó el ciberchisme y la ciberagresión ya que lo estimulaba por dar acceso a una audiencia mayor. De susurrar chismes en los pasillos, los estudiantes con frecuencia pasaron a compartirlos en cuentas anónimas en línea. Un ejemplo es la preparatoria Stuyvesant en Nueva York, cuyos estudiantes crearon un perfil en Facebook e Instagram llamado Confesiones de Stuyvesant donde compartían pensamientos de otros, como admirar a alguien o acosar algún estudiante. Pero esta escuela no fue la única, esto sucedió en muchas instituciones alrededor del mundo. Muchas de estas páginas ya existían desde antes del COVID-19, sin embargo, debido al encierro, aumentaron su popularidad.
Como se explicó anteriormente, la sociedad estaba “sedienta” por drama y chismes y las redes sociales como servidores en Discord, Google Hangouts, Tik Tok e Instagram, fueron una gran herramienta para satisfacer esa sed y tienen un impacto en las aulas de una manera que los adultos no logran comprender.
El portal The 74 habló con ocho estudiantes de sexto a duodécimo grado y un estudiante universitario “sobre su experiencia del impacto de las redes sociales en la educación después de COVID”. La mayoría estuvo de acuerdo que la pandemia los obligó inicialmente a apoyarse más en plataformas digitales para mantenerse conectados con sus compañeros y que lo siguen haciendo hasta ahora.
El poder chismear en línea a pesar de la distancia en varios casos ayudó a los estudiantes a mantenerse unidos y conocer más sobre los otros, e incluso para brindar apoyo si algún compañero lo necesitaba. Pero también provocó que muchos chismes hablaran de la manera en que viven otros estudiantes.
Aún cuando regresaron a las aulas, los perfiles continuaron. Por ejemplo, en un bachillerato de Los Ángeles llamado Diego Camacho, los estudiantes comenzaron a tomar fotografías de sus compañeros y publicarlas en línea de forma anónima sin consentimiento. Estas imágenes contribuyeron a propagar chismes sobre otros.
Estas acciones causaron que los estudiantes estuvieran constantemente preocupados de terminar en alguna publicación e hicieron cosas como evitar ir al baño o comer para que no fueran fotografiados. La administración de la escuela tardó dos meses en cerrar la cuenta, y mientras la página estuvo activa, creó mucha desconfianza entre los estudiantes.
Chismes y la salud mental
WebMD, una página conocida por proporcionar noticias e información relacionada con la salud y el bienestar humano, publicó un artículo sobre cómo los chismes afectan la salud. En esta, habla de cómo muchas veces los consideran inofensivos pero pueden afectar gravemente al objeto de esas pláticas.
El problema es que en múltiples ocasiones, las personas no logran distinguir si los chismes son la verdad o no, especialmente debido al internet y las redes sociales ya que les llega una noticia de manera inmediata y a veces confirmar los datos de un rumor toma más tiempo. Las personas a veces le dan más peso a esto último que a lo que obtienen de fuentes más creíbles o de la persona misma.
El mejor ejemplo de esto es el juicio de Johnny Depp en contra de su ex esposa Amber Heard ya que ésta publicó una nota acusándolo de abuso doméstico y violencia sexual un año antes del juicio. Al inicio, muchos le creyeron a la actriz sin pruebas, lo que llevó al actor a perder contratos millonarios. El caso fue televisado, en donde ambos mostraron evidencias a su favor y el jurado falló a favor de Johnny Depp, sin embargo, muchos no creen en sus pruebas ni que el juicio fue justo.
Este caso también es un gran ejemplo de cómo «noticias falsas» afectan, no sólo a la persona, sino a la sociedad. Para muchas personas, escuchar sobre el juicio puede irritar sus emociones y cambiar su estado de ánimo, ya sea por estar a favor o en contra del resultado. Además, dependiendo de la inteligencia emocional de cada quien, su historia, y su reacción, esto puede quedar en su cabeza incluso a casi un año de que terminó. «Por sí solos, los chismes parecen inofensivos, casi un pasatiempo divertido», dice el portal WebMd, pero estos pueden volverse perjudiciales para la salud. Puede traer problemas como: agotamiento, ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático, ataques de pánico, culpa e incluso suicidio.
Para saber si alguien está participando en chismes inofensivos o no, sólo pregúntese cómo se sentiría si la persona con la que está hablando escuchara su conversación. ¿Se sentiría cómodo si hablaran de usted de la misma manera? ¿Compartir esa información tiene algún beneficio positivo para usted y la persona que escucha, cómo generar empatía o impartir algún conocimiento importante? Si respondió no a una o ambas preguntas, es probable que el chisme sea del tipo negativo.
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