El rojo intenso de la flor de nochebuena invade rincones de todo el mundo en Navidad. Esta flor, que crece en México, se ha convertido en el símbolo universal de las fiestas decembrinas pero su origen, según los investigadores, es mucho más complejo de lo que se conoce.
Su popularidad mundial como flor navideña llegó después de que un botánico y embajador estadounidense en México, Joel Roberts Poinsett, envió las semillas de nochebuena a un laboratorio en Filadelfia donde fueron cultivadas, según un estudio realizado por la investigadora del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Laura Trejo y otros biólogos, publicado en el American Journal of Botany en 2012.
A partir de entonces, la nochebuena se comercializa durante las fiestas decembrinas con gran éxito en diversos países, sobre todo en Estados Unidos, donde en 2020 las ventas alcanzaron los US$ 157 millones, según datos del Departamento de Agricultura (USDA, por sus siglas en inglés) de ese país.
En México, floricultores de Morelos, Puebla, Michoacán y la Ciudad de México preparan sus tierras para la siembra de los tallos de nochebuena desde el mes de mayo, ya que el cultivo tarda unos seis meses, para así tenerlas listas para su comercialización a mediados de noviembre y principios de diciembre, cuando comienzan las ventas navideñas.
En 2021, la producción de nochebuena en el país cerró con poco más de 17 millones de plantas, lo que equivalía a más de 660 millones de pesos mexicanos (unos US$ 33 millones) y se sembró en total una superficie de 257 hectáreas, según datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP). Tal es el éxito de esta flor que suelen llamarle “el regalo de México para el mundo”.
Pero su origen, explica Trejo en entrevista con CNN, es mucho más complejo de rastrear al ser una planta que crece desde el estado de Sinaloa, en el norte de México, hasta Guatemala.
La nochebuena, “el regalo de México para el mundo”
Flor de nochebuena, poinsettia, flor de Pascua o pastora: son diversos los nombres que recibe esta planta, pero los aztecas la llamaban cuetlaxóchitl, que en náhuatl significa “flor que se marchita”. Los pueblos originarios la usaban sobre todo para tratar algunas afecciones de la piel y su importancia ornamental se dio con la llegada de los españoles que la utilizaron en las celebraciones religiosas de fin de año, ya que se solo florece en diciembre y enero.
Años después, en 1827, Poinsett se fue de excursión a Taxco — una localidad en Guerrero, un estado ubicado al suroeste de México — con otros botánicos y recolectaron las semillas de la flor de nochebuena que ese mismo año envió al Jardín Botánico Bartram en Filadelfia, donde fueron cultivadas y exhibidas al público en junio de 1829.
Trejo y los demás biólogos de la UNAM comprobaron a través de estudios genéticos que “la fuente de germoplasma que da origen a estos cultivares comerciales de Estados Unidos proviene del norte de Guerrero”, explica la investigadora.
Sin embargo, para Trejo es importante “ser más puntuales” en cuanto al origen de la nochebuena ya que todavía no ha sido posible determinar qué poblaciones silvestres son ancestrales de las variedades cultivadas en todo el mundo.
La nochebuena crece de forma silvestre a lo largo de la vertiente del Pacífico tropical en los bosques secos de elevación media del noroeste México hasta el sur de Guatemala en un rango de unos 2.000 km, dice la investigación.
“El germoplasma original posiblemente podría haber venido de cualquier población a lo largo del inmenso rango de poinsettia”, explica, y asegura que siguen estudiando y rastreando las poblaciones silvestres de la flor de nochebuena.
“Estamos por comprobar si poblaciones que van más allá de Centroamérica, inclusive que llegan hasta Costa Rica, también son poblaciones silvestres. Lo que nos dice que toda esta parte es donde hay nochebuenas silvestres. No es exclusivamente México, aunque históricamente se ha mencionado a México. Pero si tú vas a Guatemala te van a decir que son de Guatemala, (y) en Nicaragua que son de Nicaragua”.
Actualmente existen muchísimas variedades de nochebuenas, pero las que tradicionalmente se venden en macetas en México y otros países, de color rojo y blanco, son variedades genéticas de la Euphorbia pulcherrima. Las nochebuenas introducidas a Estados Unidos y al resto del mundo han sido modificadas por manejo local, mejoramiento genético y biotecnología, lo que ha dado origen a más de 300 cultivares.
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