Singapur puso a prueba unos robots de patrullaje que lanzan advertencias a personas envueltas en “comportamiento social no deseable”, lo que aumenta el arsenal tecnológico de vigilancia en esta ciudad-estado fuertemente controlada. Desde el amplio número de cámaras CCTV hasta los postes de iluminación equipados con tecnología de reconocimiento facial, Singapur ha visto una explosión de herramientas para vigilar a sus habitantes.
Las autoridades han impulsado su visión de una “nación inteligente”, hipereficiente y tecnológica.
Por otra parte, activistas dicen que se sacrificó la privacidad y que las personas tienen poco control de lo que se hace con sus datos. Singapur ha sido criticada por reducir las libertades civiles y su población se acostumbró a los fuertes controles.
Los más recientes aparatos de vigilancia son los robots con ruedas y siete cámaras, que emiten advertencias al público y detectan “comportamientos sociales no deseados”. Eso incluye fumar en áreas prohibidas, estacionar mal las bicicletas o violar las reglas de acercamiento por el coronavirus.
Durante un reciente patrullaje, uno de los robots “Xavier” se detuvo frente a un grupo de ancianos que observaban un partido de ajedrez.
“Por favor mantengan un metro de distancia”, “por favor aténganse a cinco personas por grupo”, alertó una voz robótica, mientras una cámara del aparato los enfocaba.
Durante una prueba de tres meses en septiembre, dos robots fueron enviados a patrullar esa zona residencial y un centro comercial. “Me recuerda a Robocop”, comentó Frannie Teo, una asistente de investigación de 34 años que caminaba por el centro comercial. Trae a la memoria “un mundo distópico de robots (…) Estoy un poco indecisa sobre este tipo de concepto”, agregó.
‘Sin restricciones’
Lee Yi Ting, una activista de los derechos digitales, dijo que los aparatos son la forma más reciente de vigilar a los singapurenses.
“Todo contribuye con la sensación de que la gente debe cuidar lo que dice y hace en Singapur, más de lo que lo harían en otros países”, declaró a The Guardian. Pero el gobierno defiende el uso de los robots, al decir que durante la fase de prueba no podrán identificar o tomar acciones contra quienes cometan ofensas, y que son necesarios para atender la falta de trabajadores ante el envejecimiento poblacional.
“La fuerza laboral está decreciendo”, dijo Ong Ka Hing, de la agencia gubernamental que desarrolló los robots Xavier.
Agregó que podrían ayudar a reducir el número de oficiales requeridos para patrullar las calles.
La isla de 5,5 millones de habitantes tiene 90.000 cámaras policiales, y debe duplicar esa cifra para 2030, al tiempo que podría instalar en toda la ciudad la tecnología de reconocimiento facial que ayuda a las autoridades a distinguir rostros en la multitud.
Este año se dieron muestras de rechazo público cuando las autoridades admitieron que la policía tuvo acceso a la información sobre casos de covid-19 recogida por un sistema oficial. El gobierno posteriormente aprobó leyes para limitar su uso. Pero los críticos dicen que las leyes de la ciudad-estado suelen limitar poco la vigilancia gubernamental, y los singapurenses tienen poco control sobre lo que ocurre con los datos recogidos.
“No hay leyes de privacidad que restrinjan lo que el gobierno pueda o no hacer”, comentó Indulekshmi Rajeswari, un abogado singapurense especialista en temas de privacidad radicado actualmente en Alemania.
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